Search This Blog

En lo más profundo

Cinta de gasolinera para hacer un poco más especial el viaje. Nada de cerveza porque me toca conducir. Bueno, la rutina, novedad ninguna. Por suerte puedo fumarme un paquete de cigarrillos por el camino. Cara de perro del dependiente de la gasolinera. No hace falta tal gesto para hacerme saber que te disgusta mi apariencia. Es gracioso apreciarlo de alguien al que parece que le habrán recordado eso de que la ducha diaria es obligatoria. No hace tanto calor como para que sude de esa manera. Cambio en mano y al coche.

Nada que comentar de la chatarra que tengo con el depósito lleno. Herencia familiar, "basura familiar" mejor dicho. No ando sobrado de dinero, pero si me sobrase una maldito billete como para para comprarme otro, lo destrozaría a golpes. Es lo que tiene un trabajo mal pagado y una hipoteca, bilis continua por los poros. En el fondo soy buen tío, pero con una cerveza en el cuerpo o dos. Entonces es cuando me puedo relajar. Un ritual que me gustaría hacer más a menudo, pero en casa no me lo permite. Tampoco es que logre juntarme con mucha gente fuera del trabajo, soy demasiado sincero, "cruel" como la vida misma.

Como mi coche es de última generación, tengo que abrirlo con la llave. A mí no se ocurriría abrirlo a diez metros, a ver si algún envidioso sale corriendo y me lo roba. Sin más dilación me meto en coche. Tiro el paquete al otro asiento y arranco. Tengo que desplazarme a doscientos kilómetros más allá. En medio de ninguna parte se reanuda mi camino. Quizás allá donde voy haya algo mejor. Tampoco es que tenga muchas esperanzas, pero seguro que hay algo con lo que poder entretenerse.


Ya suena la música lo suficientemente alta como para aislarme. ¿Para qué más? Un viaje más, uno menos. El volante aguanta como puede los golpes. El cinturón no se resiste mucho a mi contoneo en el asiento, no parece ser de eso que salvan vidas. La atmósfera que forma la música es casi perfecta. Odio tener que sentirme tan bien en soledad y conduciendo, ¡ah! y sin una cerveza.

La vida parece tan sencilla cuando te encuentras perdido y tienes esa sensación de que todo a tu alrededor está controlado... Las ruedas van marcando a su paso la marcha. El cigarrillo consumiéndose entre mis labios. El cielo abriéndose paso a mi camino. El ritmo no muere. ¿Por qué no son miles de kilómetros más? Me da tanto miedo que acabe esta sensación que por un momento me quedo pensativo. Entonces llega el estribillo y no puedo parar.

Aprendí a apreciar la soledad, pero no para que perdurase por siempre. Solo para salir del paso. Intento convencerme a mí mismo de que lo mejor es que me quede solo, pero en el fondo sé que necesito la compañía de otro ser humano. Contarle todo lo que siento y que me entiendan. No se lo cuento a nadie porque se reirían de mí y eso lo sé. Pero el problema no es solo mío, es esa seguridad del ser humano en un mundo perdido de creer que tiene todo bajo control cuando tiene a la vista todos sus problemas.

10 comentarios:

  1. A veces me parecía que estabas describiendo a mi pobre coche :')
    La vida es dura y está claro que todos necesitamos un pequeño espacio para nosotros mismos y nuestros trastos, pero coincido en la necesidad de compartir.
    Me ha gustado mucho!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias como siempre Sara. Somos animales sociales y es muy complicado aislarse por completo. Un placer tenerte por aquí de nuevo.

      Eliminar
  2. Es genial, muchas veces he sentido esa soledad reconfortante, por lo general mi soledad es constante, tengo personas a mi al rededor pero la soledad del alma persiste. "contarle todo lo que siento y que me entiendan". Es eso posible? , el que entienda alguien lo que sientes, o mejor aún, como conoces a esas personas que se esfuerzan por entenderte?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario Wendy. Es leer lo que escribes, pero te comprendo. Gracias por pasarte y compartir con nosotros tu experiencia. ¡Un saludo!

      Eliminar
  3. describiría este relato con la palabra << libertad >> ¿cuántos podemos decir que disfrutamos con la soledad de estar con uno mismo? ¿pocos? Yo estoy aprendiendo. Siempre reconforta pero si que es verdad que el ser humano, como buen mamífero necesitamos a la pareja, pero muy bien destacado. para que nos comprenda, porque ¿quién no quiere ser comprendido por alguien que le aceptará de igual forma o incluso mejor que un desconocido? respecto a lo de no reconocerlo no creo que sea algo malo. Lo cierto es que , te servirá para darte cuenta, en el estar contigo mismo , a saber que es lo que quieres y no por que lo necesites desesperadamente.No desesperes porque aunque yo parezca la reina del "todoesamor"y el " conamortodosnossalvamos"... cree. y sobretodo, paciencia. Un gran saludo! ( siento la parrafada me he venido arriba jeje)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias, Keren! A mucha gente le servirá esta parrafada, que por supuesto tiene cosas interesantes. Siempre es genial que la gente comente lo que le hace sentir el texto. ¡Un saludo!

      Eliminar
  4. Un buen relato, amigo César, que describe esa gran soledad del ser humano, que necesita estar agarrado a cualquier artefacto, a cualquier música, para mitigar ese pozo ciego que es estar a solas y dialogar con uno mismo...
    Feliz domingo, saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias por tu comentario, Servilio! Siempre se ha visto como de locos hablar en voz alta, pero cuando estamos emocionados es imposible no hacerlo cuando estamos a solas.
      Muchos recurrimos a escribir para mitigar ese pozo del que hablas, por lo menos así disfrutan otros.
      Feliz domingo.

      Eliminar
  5. Un interesante relato, César. El protagonista se sincera consigo mismo y con todos los que le leemos. Mucho me temo que la felicidad no es la banda sonora de su vida, pero al menos tiene algunos ratos "buenos". A esos son a los que todos debemos agarrarnos para continuar camino :)) ¡Muy bueno!

    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias por pasarte Julia! Sí, si no nos agarramos a esas pequeñas cosas, ¿qué somos en la vida? Un saludo.

      Eliminar