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Extraña fórmula

Me sorprende la habilidad con la que antes lograba sorprenderme y ahora no lo hace ni la incapacidad de volver a lograrlo. Aburre tener que pensar que debería estar haciendo algo de provecho, pero que es imposible lograrlo porque soy incapaz de sacrificarme. Me eclipsa esa idea de que las personas puedan llegar a saber tanto y yo siga siendo igual de idiota. Se me rompería la voz gritando, maldiciendo lo desgraciado que soy, pero no dejaría de ser una actuación que nadie se creería. Es que llamar la atención está al orden del día y yo intento repelerla lo mejor posible para que nadie pueda creer que lo que pueda contar sea interesante. Es demasiada responsabilidad cuando todo el mundo mira y escucha para decir lo que tienes que decir. Aún peor cuando el silencio y las miradas se alejan de ti sin respuesta.

Escribir por escribir siempre fue una tontería, tontería que repetida tantas veces parece que hasta cobra su sentido. Parece que hay una meta, una imagen grabada en la mente de un necio que levanta la mano para saludar a un grupo de personas que centran él por ser importante. Ese brazo cargado de fantasía que pretende responder a su público con el mayor carisma posible y no deja de ser producido por alguien que a priori teme a las personas. El terror se puede apoderar, dejar cicatriz y aunque pueda parecer curada, atraparte en un mismo escenario eternamente. Por eso rellenar páginas parece una medicina a un problema tan agudo de personalidad, recetado por los mejores psiquiatras y libros de autoayuda número uno en tu librería favorita.

Tomarse el tiempo necesario para seguir los puntos que forman el conejo más bonito que jamás un cuaderno de actividades infantiles podrá hacer. Da igual que las inexpertas manos rompan toda regla cromática de la naturaleza, podrá seguir deslumbrando al salir de cualquier chistera. Punto y aparte para la reflexión, pues desgraciadamente las diferentes ceras no se gastan de la misma forma. ¿Para qué tantos colores si al final si ni siquiera eso sabemos suministrar? Pintar, como nos dé la gana y al final siempre seguirá marcado ese color carne como el que nunca tuvimos y poco tenía que ver con una realidad que no éramos capaces de anticipar. No es que nos creyésemos el centro del universo, es que realmente alguien con toda la intención nos hizo creer que ese estúpido color que daba sentido cuando faltaba a la de color blanco, era realmente ese su nombre. Parte del programa de la Educación infantil.



Si me duelen los ojos porque tengo sueño, pues continúo viviendo. Hacer caso al cuerpo no trae más que problemas. Vomitar tras haberte gastado mucho dinero en ponerte borracho, no es una buena decisión. Invertir en joderse el hígado es un placer que la gente que tiene dinero se siente con derecho a disfrutar. Si le sobran un par de monedas, pues se intercambian por una botella tras otra de lo que toque. Así es como se logra flotar entre las nube más suaves del cielo.  Hasta que la ese te hace salirte fuera de la pista para sobrevolar el suelo por unas décimas mientras vas asimilando que el suelo es un buen sitio para descansar en los próximos minutos. Aunque te aconsejen expulsar lo que acabas de vivir, deja que dentro pueda pasearse a sus anchas mientras todo se torna negro en tu mente. La ambulancia vendrá a tu rescate tras una llamada y aunque mañana estés en un estado mejor para tu salud, volverás a encontrar superior ese estado en el que las cosas se deforman.

Es el sueño que te hace sentir casi como un estado de embriaguez en el que todo te duele, por ello entra en juego esa contradicción en la que sientes tu cuerpo pesado recordándote que todavía estás cerca de este lado pero con cierto matices que te hacen acercarte a una somnolencia traicionera. Por ello te cuestionas si será mejor dejarlo para mañana, aunque nada te asegura que vaya a ser tan bueno como hoy. Prácticamente tus movimientos son parte del instinto que se libera como si fuesen estas tus ideas que siempre se quedaron al final y con las que nunca lograste vaciarte del todo. Son porquería mezcla de un montón de cosas anteriores que ni siquiera sabes qué hacer con ellas. Sería un iluso si pensase que cuando mis manos se detuviesen, podría quedarme dormido en cualquier momento, pero algo dentro de mí dice que ellas seguirán trazando un firme camino a la noche en vela.

Desconozco a estas alturas qué parte de mí sigue haciendo de esto algo interminable. Es una sensación única que me acerca cada vez más a lo más alto de la montaña. Jamás pensé que volvería, pero ahí está. A unos pocos metros de hacerme ver el resto del mundo y de un salto de hacer el viaje más largo hasta mi cama de nuevo. Esas nubes me harán resbalar con mucho cuidado para impactar ese blando y firme colchón que me deja reposar mi ideas sobre él y que solo me pide que le vista de nuevo por las mañanas. No sé cuándo volveré a sentirme así, por ello quiero decirle a esa parte de mi cabeza que sigue orquestando esto que la espero pronto con lo brazos abiertos y con papel en mano para apuntar la receta de lo que tendré que fabricar para volver a sentirme de esta manera. Gracias por darme esta descargas que aunque todavía perduren, me hacen cada vez alejarme más de mi persona.

1 comentario:

  1. Escribir, escribir hasta desgarrar el alma. ¿Quieres escribir para ti o para los demás? Algo complicado de decidir, porque cuando te abres al mundo ya no hay vuelta atrás.
    Un besillo.

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